Ven. Ven y túmbate. Mira hacia arriba. Me da igual que solo veas el techo de una habitación cualquiera o el cielo lleno de estrellas, porque a partir de ahora te llevaré allá donde quieras. Sólo tienes que cojerme de la mano. Muy fuerte. ¡Más! Tranquilo, aprieta tanto como puedas, no me harás daño. El verdadero dolor lo he sufrido todo este tiempo sin verte, y ahora que te tengo al lado podrías pegarme un tiro, que yo antes de morir sonreiría por terminar junto a lo que más quiero. Puedes descargar tu ira contra mis huesos y apretar hasta que el color de mi piel se transforme en violeta. Porque con el tiempo aprendes que de dolor físico puedes morir en un solo día, mientras que por el dolor del corazón mueres cada día de tu vida. Y aun así lo sorprendente es que sobrevives, que a pesar de que se han congelado las manecillas del reloj en tu interior, ahí fuera ya han pasado un año o dos. No me sueltes, por favor. Concéntrate y vámonos. ¿Dónde? Dónde marque la brújula de tu corazón. No pido más que entenderte. No pido más que amarte. No pido más que escuchar la voz que sale de tu corazón. Hablar con tu alma, y averiguar si alguna vez tuve razón. Preguntarle si también ha sufrido por amor. Guíame. Dime dónde te busco e iré. No diré nada, solo tu y yo. Cara a cara. Frente a frentre. Alma a alma. Corazón a corazón. Miradas cruzadas, que sin palabras y sin decir nada me hagan recuperar la ilusión o dar media vuelta y archivar todo esto en el cajón de los sueños dormidos. Entiéndeme tú a mí. Me muero por tí viviendo sin tí.
Y ya no siento, porque solo te siento lejos. Y te pienso, me duele pero te pienso. Empecemos la aventura. Despistáme, entreténme, haz que me equivoque, y si es necesario, piérdeme. Hazme caer con la misma piedra, una y otra vez, hasta que te aburras. Sé que pase lo que pase habrá valido la pena solo por compartir un pedazo de mi tiempo contigo. En realidad yo te lo daría todo, pero no puedo, tengo que seguir muriendo. Si me tienes que dejar atrás házlo y no lo pienses más. Seré tú súbdita, una vez más. Ya tienes prisioneros a mi corazón y mi alma, ¿ qué más da que ahora te hagas dueño de mi cuerpo? Si incluso les he puesto etiqueta a mis pensamientos escribiendo tu nombre en mayúsculas, por si acaso los pierdo. Si tú eres mi único sueño.
Y ya no siento, porque solo te siento lejos. Y te pienso, me duele pero te pienso. Empecemos la aventura. Despistáme, entreténme, haz que me equivoque, y si es necesario, piérdeme. Hazme caer con la misma piedra, una y otra vez, hasta que te aburras. Sé que pase lo que pase habrá valido la pena solo por compartir un pedazo de mi tiempo contigo. En realidad yo te lo daría todo, pero no puedo, tengo que seguir muriendo. Si me tienes que dejar atrás házlo y no lo pienses más. Seré tú súbdita, una vez más. Ya tienes prisioneros a mi corazón y mi alma, ¿ qué más da que ahora te hagas dueño de mi cuerpo? Si incluso les he puesto etiqueta a mis pensamientos escribiendo tu nombre en mayúsculas, por si acaso los pierdo. Si tú eres mi único sueño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario