Y es que casi siempre es mejor dejar curar las heridas de arma blanca, porque por mucho que duelan si siguen sangrando dolerán aun más, así que dejalas atrás. Porque de las peores batallas nacen las mejores historias y los verdaderos luchadores. Aquellos que lo arriesgaron todo, poniendo en deuda hasta su vida, por defender una causa que jamás les devolvió ni un pedazo de todo lo que ellos regalaron. Pero solo ellos, los puros, pueden decir que sobrevivieron, y que les basta con levantarse cada día y saber que un día estuvieron allí, para ser felices. La verdadera felicidad se esconde tras las lágrimas que disimulan tus ojos. Hay veces en que mirar al pasado no es lo que hace daño, lo que realmente duele es que recuerdes cada precioso momento y sepas que ya no estás allí, que nunca volverás, que las cosas ya no son así, que ha cambiado todo; la gente, el tiempo y el lugar. Y de ahí salen tus lágrimas más amargas, pero también las más preciadas. Se puede llorar de pena y de alegría a la misma vez. Porque aunque los límites te los marques tú, hay que saber elegir. Y que todo lo que llegues a sufrir por un puñetazo luego te sirva para avanzar con pasos de gigante. No sé de qué manera me levantaré mañana, si es que me levanto, porque una mañana más será lo que el destino quiera. Aunque duerma, aunque sueñe o aunque muera, siempre penderé de este hilo de marioneta que no me deja quieta. Porque todo lo que pienso, escribo, digo o hago, se cruza con lo que ya está escrito, y hay veces que los polos opuestos no se atraen, hay veces que por más que grites al viento, él se hace el sordo. Y es que nadie es perfecto. Yo también dejé de sonreir un día y ahora disfruto del día a día. Al final es lo único que nos queda. Da igual que estés en una celda, en una mansión, en tu piso del centro, debajo del puente del metro durmiendo sobre un cartón, en un hospital contando tus días al lado de una máquina que habla por tí o en la habitación de al lado donde un nuevo corazón ha empezado a latir. Nunca serás más que todos los días que te quedan por ver el sol salir.
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