No. Voy a continuar con un no porque no se trata de una luz que se enciende a lo lejos en mitad de la penumbra, He comprendido que somos nosotros mismos quienes irradiamos oscuridad, ¿cómo ocultarlo cuando estamos hechos de ella? Cuesta comprenderlo pero, alguien dijo alguna vez que somos nuestro peor enemigo, y no lo desmiento. El ser humano es tan orgulloso que suele poner obstáculos hasta en el campo más llano, y sin que las llames, las desgracias se presentan de improvisto en tu casa, sin llamar antes a la puerta, cuando decidimos allanar el camino. Es por eso que vale la pena prestarle atención a quien te encuentras andando por las calles de una ciudad igual de perdido que tú, a aquella persona que con una mirada te entiende, y sabe malgastar el tiempo en tratar de evitar todo lo que ha quedado dicho por las lágrimas que corren a contracorriente para saltar del pasado al presente. Si bien nunca he dejado de andar, en la mayoría de ocasiones no ha sido por gusto, y he esperado a que las almas vagabundas de los fantasmas solitarios que aun guardan algo de humanismo vengan a encontrarme, sin esperar nada a cambio.
En el cajón de los retales de mi vida, se mantienen entre polvo y sangre seca los relatos que contaron los segundos y las horas que pasaban mientras mi pena no minvaba, aquellas fotografías en las que tan solo era una silueta vacía, dibujada con la firmeza de la mano temblorosa de un niño, anclada en cualquier estación imaginaria en ruinas. Y las fotografías pueden quemarse, de echo es lo que solemos hacer cuando intentamos sofocar un fuego con las manos en vez de dejar que se apague solo, sin embargo, esas llamas logran clavarse más allá de nuestra mirada, y las marcas negras que las quemaduras dejan en la piel, serán más difíciles de eliminar que los recuerdos. Olvidar no es una opción. Parece mentira, pero si no hubiera repetido mil y una veces la misma canción no estaría donde estoy, y al andar unos pasos más allá descubres todo lo que te queda por escribir.
Hoy retomo la pluma y el papel, y vuelvo a retratar las andadas que nunca abandoné. Si el silencio ha sido largo es porque tenía mucho que decir. Hay nombres que se han ido cayendo y sus letras solamente quedarán fijadas en sus tumbas, hay caminos que se han separado por el viento y maldiciones que se han superado a base de tragos. Pero no estoy aquí para tenerlos en cuenta, ni para desesperarme por eso a lo que la gente le gusta llamar "futuro", pues nuestra única certeza, más allá de la muerte, es este instante. Es éste. Éste y no otro, porque al tiempo que voy plasmando estas letras ya se ha pasado el instante del que te hablo, y mientras vas leyendo las descargas eléctricas que salen de mi voz, ya se ha desvanecido. Mas, sigue siendo éste y no otro.
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