jueves, 8 de enero de 2015

Café y manta; tú eres mi casa

El café frío no vale la pena, por eso si ves que en algún momento me faltan las fuerzas será porque he salido corriendo a tu encuentro, que yo sólo no sé decir dónde estoy si solamente conozco el punto cardinal del centro de tu ombligo. Allí, he construido una casita, para sobrecogerme y meterle miedo al frío, para que no me pille otro invierno sin manta. Y me perdonarás este secuestro pero, quiero que sepas que no va a ser el último, que con las prisas que te impone esta vida aprendes a abrazar los suspiros que se cortan al verte caminar en sentido contrario a mis pasos, dando saltos para que cada portazo sea un nuevo comenzar. Sin nada que esperar, porque hay cosas que vienen sin antes llamar. Si no me pregunto por qué vivo es porque ya me lo he preguntado tantas veces que he perdido el sentido. 

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