viernes, 2 de noviembre de 2012

Corazón, mente, alma.


No soy perfecta.                                    No soy nadie.                                   Soy humana.

Un cuerpo que empieza y acaba cuando se levanta de su cama. 
Tengo un alma dentro. Mi reto es sonreír, reír a carcajadas hasta decir que soy feliz. No quiero ver como sufre mi alma, ni como mi corazón le acompaña.  Porque aunque se crea que la felicidad es un mito, sé que en algún lugar está escrito cómo conseguirla, porque todo está escrito, no en un libro ni en una simple ley, si no en cada latido de nuestro corazón. 
He llegado a entender, mucho antes de leer sobre el tema, que tengo un alma, un cuerpo y un corazón, y que  a pesar de que éstos tres sean independientes entre sí, uno solo no podría existir sin los demás. 

Ingenua de mí, caí en tu trampa, no sé si la pusiste tu ahí, tan sólo sé que te cruzaste en la misma plaza dónde yo estaba sentada en la repisa de aquella ventana.
No te conocía, y aun así pasaste a ser la razón  más importante de mi vida. Y aun ahora me cuestiono cómo puede llegar en un segundo un desconocido y hacer que todo cobre sentido, porque ese cuerpo, esa mirada y el conjunto de aire que lo rodea cada vez que da un paso, se convierte en todo lo que quieres.
En lo único. En lo que amas. En ese escalofrío. En ese dolor de estómago. En esas miradas perdidas hacia el horizonte, que sabes que jamás las recuperarás, pero sin importarte sabes que mantendrás tus ojos lejos de donde está tu cuerpo ahora, porque cada vez que alejas tu mirada estás intentando llegar a ver su cara. Y aunque no puedas, ya tienes en tu mente clavada esa faz, por la que todo es precioso y mortífero a la vez. 

Pero no trates de buscarla, porque la distancia no juega de tu parte, pero la imaginación sí. Porque el poder más grande que tienen las personas es el saber imaginar. Se encuentra todo en la mente. Incluso todo aquello que no podemos descifrar, el subconsciente ya lo sabe. 

Intento hundir mis ojos cada vez más en ese foco de luz ardiente que quema mi mirada, para poder entre sus reflejos, ver tu figura sonriente, y que me devuelvas la mirada. Y aunque sé que no puedo, aunque me esté esforzando por nada, me quedaré mirando hasta que la retina de mis ojos de derrita y me quede ciega. Ciega, puede que ya lo esté, porque sólo tengo una cosa clara: has sido lo más duradero que aun permanece entre el agua y el cielo de este mundo. 

No hablo de  la Tierra, no hablo de países lejanos ni de cuentos, tampoco de paraísos tropicales en los cuales el sol no se pone ni cuando se hace de noche; hablo de la inmensidad de mi persona. De mi alma, que aun te añora y de mis ojos que cada día te lloran.
Y es triste que, beber 10 copas sea la excusa perfecta para decirte que me muero si me tocas.
En este juego no hay excusas que valgan, en este juego sólo vale la verdad, que tú estás lejos pero yo te sigo viendo en todos los reflejos.

¿Hay algo que pueda hacer?  Es más, ¿Hay algo que pueda hacer y que no esté haciendo?
Sí, obviamente… ¿Y entonces qué estoy haciendo?

Te recuerdo. Te sigo pensando. Me acuesto llorando. Me levanto soñando.
 Persistes como un náufrago que se aferra a su tabla de madera en mitad del océano, pero ni eres un náufrago ni mi mente es un océano. Tan sólo somos tu y yo. 

Inventando lo que no podemos tener, queriendo lo que no podemos tener. Soñando lo que deseamos. Amando lo imposible. Deseando lo que no tenemos. Y muriendo por causas que desconocemos. Buscando respuestas a todas la explosiones que nos sobresaltan en la vida. 

¿Y de qué nos sirven tantas preguntas y tantas dudas? 

Si ha sido el nacer de una estrella, ya jamás volveremos a saber de ella, ese instante jamás se volverá a repetir, son momentos únicos que solo se logran mantener con el recuerdo, pero el recuerdo empieza en el mismo momento en que la imagen muere, y por mucho que tratemos de describir cómo pasó, no podemos hacer que vuelva a ocurrir. 

Si se han llevado por delante vidas, ya no las lograremos recuperar, a pocos les importará, la verdad, y a los pocos que les llame la atención en dos días habrán pasado página.
Si intentamos hacer justicia se nos cortan las alas, y si destacamos se nos asigna un papel en la función, y debemos aprendernos a raja tabla el guión que nos dan, porque si no seremos castigados. 

¿De algo sirven las palabras? Sí, pero tienen que estar bien dichas y ser escuchadas. 
Porque mucha gente dice la verdad, pero nadie les hace el caso necesario, así que hay que buscar esa pieza clave que desmonte el puzzle.

Le tenemos más miedo al miedo del miedo, que al propio miedo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario