
bajando de las nubes y
poniendo los pies en el suelo
reconozco que nunca has sido mío.
Tan solo te he retenido
unos instantes a mi lado
y te he intentado robar
sonrisas, abrazos, miradas y caricias
cuando parecías despistado.
Y es que yo no puedo vivir así;
sin tenerte a mi lado.
Sé que probablemente tú
nunca lo hayas pensado,
pero si supieras la de noches
que me paso en vela imaginando
como sería la vida contigo,
tendría una ley de restricción
de pensamiento por acoso.
Hoy se ha vuelto a derrumbar
la torre de mi fe, suele pasar,
sus cimientos están hechos de esperanza.
Así que, aunque yo lo he tenido
siempre claro desdel primer minuto,
sé que nunca he jugado sobre seguro.
Pero no me arrepiento, lo juro.
Quien no arriesga no gana,
y sabes perfectamente que
apostaría por tí las veces
que hicieran falta. Ahora,
ya ves mis cartas,
sabes cuántas quedan en la baza
y cuál es mi estrategia,
y a pesar de que lo sepas
todo sobre este juego,
lo que me duele no es peder;
sino perderte de nuevo.
Puedes hacer las trampas que quieras,
todas las que quieras, siempre ganarás,
porque mis ojos se despistan
cada vez que tus perlas avellana
se funden en una sola mirada,
porque puedo verte el alma.
Y es entonces cuando
me dejas paralizada.
Podrías cojer todo el dinero
e irte, no te lo impediría pues
yo solo me limitaría a observarte
para más tarde llorarte.
Pero en vez de eso,
decides quedarte,
el tira y afloja
será tu contrataque.
Para siempre.
Y que así sea.
Mi apuesta siempre será
al mismo número de la ruleta.
Y si me toca disparar,
seré sin duda la primera
en recibir la bala,
pues no verás jamás
apuntando con el cañón
de un revolver a la persona
que un corazón que ama.
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