No se puede borrar una huella del cemento fresco. Sólo se le pueden echar más capas encima. Y aun con todo, seguirás torciéndote el tobillo cada vez que, en un acto de soberbia, trates de pisarla como si levitaras de vuelta a casa.
Creyéndonos ingenieros de caminos no lograremos llegar lejos, hace falta que nuestros pies sangren para descubrir que se hace camino al andar.
Andaremos tanto como piedras queden por romper. Desahuciaremos sueños hasta que no haya hueco para pensar.
Y esque, en ocasiones, el silencio se pone a chillar. Y arremete contra todo lo que las consciencias no son capaces de crear. Otras, se materializa en forma de caprichos a latigazos de rutina.
Menos mal que llevo la cuenta de más noches sin dormir por los chillidos de las que paso remansada curando las heridas de mi espalda.
Menos mal que todavía existen puestas de sol de madrugada.
Menos mal que aun se necesita repetir las cosas que quedaron dichas por tantos otros.
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