domingo, 6 de enero de 2013

Eclipse

De nada vale que
salga el Sol cada mañana,
si lo puede eclipsar la fuerza humana.

De nada sirve
buscar un culpable,
ni pedir perdón,
cuando las palabras
 ya están dichas.

Igual que de nada sirve
tratar de apagar la cerilla
cuando los papeles
ya arden.

De igual manera que
los mejores artistas mueren
sin haber sido reconocidos,
hoy mis esperanzas
caen en picado al vacío.

Nadie verá unos ojos apagados.
Nadie sabrá cuantos papeles
han quedado mojados.
Nadie podrá medir
el dolor de mis llantos.

Nadie se parará
a describir mis manos.
Pero de ellas habrán salido
todas la palabras que
mi voz jamás ha pronunciado.

No somos el resultado de lo que pensamos,
sino las consecuencias de los errores de otros.

No somos más que lo que pasa a nuestro lado,
cuando la vida se nos pasa.

Pero ingenuos de nosotros,
nos creemos que la controlamos,
mientras se nos va escapando
de nuestras propias manos.

No sabemos lo qué queremos;
no sabemos lo qué buscamos.

La vida, en definitiva,
es un sinfín de barreras,
que hay que ir superando.
Pero cuán difícil es saltar
cuando se espera la caída.

Ojalá todo fuese tan fácil
como dejarse llevar y bailar.
Como cerrar los ojos y
hacer que tú mundo
sea la única realidad.

Ojalá las paredes pudieran hablar
y me hiciesen compañía
cuando se cortan mis palabras,
y cuando el llanto continua
aunque se haya acabado el día.




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