domingo, 21 de febrero de 2016

Intenciones

Ni el fumador dejará su vicio por mucho que se prohíba, ni el corazón olvidará el hilo del que pende para salir volando.

Encadenada a la noche, víctima del vaivén que produce la marea en las olas de plata de estas venas muertas de pena. Robándole horas al sueño y justificando el suicidio de un despertador. Cualquier hora es buena para mordisquearse a locuras. Cualquier hora vale para dejarse caer.

 No le preguntes a mi tibia porqué ya no soporta contar los cuadrados de las aceras si al caminar se distrae dándole la vuelta a las malas ideas. Si no estás hecho de plástico, de poco sirve un radiador al que acercarse para recomponerse.

Menos mal que la piel que nos nutre saca a relucir todas sus heridas antes de abrir los ojos. 

jueves, 4 de febrero de 2016

Rebuscando en el vacío

A solas soy capaz de reconocer más cosas de las que desearía y menos de la cuenta que recuerdo llevar. Así que aprovecho los fugaces y escasos momentos de soledad para lanzar al viento algún que otro grito mudo, donde dejo condensados los instantes que a la inocencia le he robado. Pero no todo podrían ser llantos.

Ahora es uno de esos momentos. Y debo decir que últimamente no ha venido ninguno a sacudirme. Me extraña, ya que yo vivo por dentro, y lo que pueda parecer por fuera nunca ha sido ni de mi incumbencia ni de mi agrado.

El tiempo es traicionero, y siempre jugará contra nosotros. Demostrándonos la efimeridad de un segundo y la impotencia de querer morir antes de hora. No dejaremos de ser esclavos del viento. Que si ensuciamos el aire que respiramos es porque queremos que la ropa cale bien hondo en nuestros pulmones para ver que, aunque por fuera el mundo esté jodido, nosotros no podemos dejar de pertenecer a él y ser la fruta sembrada que recogemos.