No se puede borrar una huella del cemento fresco. Sólo se le pueden echar más capas encima. Y aun con todo, seguirás torciéndote el tobillo cada vez que, en un acto de soberbia, trates de pisarla como si levitaras de vuelta a casa.
Creyéndonos ingenieros de caminos no lograremos llegar lejos, hace falta que nuestros pies sangren para descubrir que se hace camino al andar.
Andaremos tanto como piedras queden por romper. Desahuciaremos sueños hasta que no haya hueco para pensar.
Y esque, en ocasiones, el silencio se pone a chillar. Y arremete contra todo lo que las consciencias no son capaces de crear. Otras, se materializa en forma de caprichos a latigazos de rutina.
Menos mal que llevo la cuenta de más noches sin dormir por los chillidos de las que paso remansada curando las heridas de mi espalda.
Menos mal que todavía existen puestas de sol de madrugada.
Menos mal que aun se necesita repetir las cosas que quedaron dichas por tantos otros.
jueves, 3 de diciembre de 2015
miércoles, 2 de diciembre de 2015
Desencuentros
Esas ganas de llorar a contraluz, que no se disuelven con
las notas de tu voz truncada…
Son esos detalles los que nos hacen darnos cuenta de que no, no es tan sencillo fingir, hay que tener arte hasta para eso. Entonces, todo el mundo parece haber nacido artista, porque no hacen más que fingir que siguen no un camino, sino una autopista. Una autopista sí, de las de cinco carriles por cada sentido, en la que están tan bien trazadas las líneas blancas del suelo, que a nadie se le ocurre cruzarla en diagonal, ¡no vaya a ser que la pintura se malgaste!
Mientras otros, nos estancamos, agobiados por el vaivén de tantas faldas agitadas y los ruidos incesantes de unos tacones que han aprendido a caminar sin dueño. Aun así, dicen: queremos cambiar. Yo me limito a levitar. Y si la ansiedad no me deja trabajar, que corran mis venas por el mar.
Son esos detalles los que nos hacen darnos cuenta de que no, no es tan sencillo fingir, hay que tener arte hasta para eso. Entonces, todo el mundo parece haber nacido artista, porque no hacen más que fingir que siguen no un camino, sino una autopista. Una autopista sí, de las de cinco carriles por cada sentido, en la que están tan bien trazadas las líneas blancas del suelo, que a nadie se le ocurre cruzarla en diagonal, ¡no vaya a ser que la pintura se malgaste!
Mientras otros, nos estancamos, agobiados por el vaivén de tantas faldas agitadas y los ruidos incesantes de unos tacones que han aprendido a caminar sin dueño. Aun así, dicen: queremos cambiar. Yo me limito a levitar. Y si la ansiedad no me deja trabajar, que corran mis venas por el mar.
Pero los tiempos no están ahí para escucharte, sino para modificarte.
Siempre a tientas de reloj, siempre dependiendo del nunca, siempre abalanzándonos sobre lo que podría pasar… Es curioso, como quién más ganas tiene de viajar, más se corta las alas.
Sin embargo resulta que, no SIEMPRE se aparece tan fácil lidiar con el mundo.
Comprendí, hace muchas páginas ya, que lo bueno dura poco y que no se puede diluir la imagen de las flores que crecieron donde ahora sólo hay tierra con sal.
La locura no es una opción cuando te abandona la razón; es
la fuente de inspiración que rescata las ideas que están a punto de hundirse en
un mar de gasoil amenazado por la llama de la prisa.
¿Y ahora quién soy? Quizás seáis vosotros quienes ansiéis más
la respuesta.
No tengo ninguna propuesta.
No tengo ninguna propuesta.
Juzgad. Juzgad .Sólo juzgando lo que juzguen de lo juzgado sobre lo que juzgan los jueces de lo que juzgáis, encontraréis un lugar. Y la justicia se desvanece antes de que termine de pronunciar su nombre.
¿Acaso la vida tiene otro sentido que pasárnosla hablando de
la muerte?
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