martes, 29 de septiembre de 2015

Disparando al espejo



Vanidad, orgullo y silencio.
Son las huellas que va dejando la indiferencia sobre nuestras almas. 
El rencor no es para mí. Tampoco el perdón. 
Sé lo que un día fui, y a pesar de que jamás volvería allí, no reniego de lo que aprendí. 
Los latidos de mis sueños entre la euforia de esta matanza son los que me impulsan a no seguir un hilo de razón. La soledad nunca estuvo de más y le abro las sábanas para que siempre que quiera pueda acostarse a mi lado. El rumbo se derrumba cuando mis pestañas retumban hacia el infinito. Que no existe, que sí, tampoco existe la esperanza, la ilusión ni la libertad, y aun así seguimos muriendo por ellas al intentar encontrarlas. No podemos reprimir las ganas de volar dentro de un jarrón de cristal. Lo rompemos, y sangramos antes de notar el dolor. Después sufrimos. Intentamos curar con saliva las heridas que nosotros mismos nos hemos provocado. Y es que la ironía trágica es  la esencia de esta vida. 



sábado, 26 de septiembre de 2015

Luna de sangre

Cuando intentas ser mejor de lo que has sido es porque has encontrado ese motivo del que siempre habías huído. No me lo tengas en cuenta, que por mucho que retumben las montañas de mis entrañas, voy y vengo con el viento, y si no sopla me lo invento.

Soy experta en el suicido de palabras, que de tanto merodear entre mis sesos a veces se aburren y se cuelgan del corazón. Por eso, en vez de latidos, se escuchan sus tumbas. Piedras, al fin y al cabo, que no lograrán contar ni una pizca de todo lo imaginado, pero que les brindan un techo más firme a esas ideas cuando se deja caer la lluvia por estos mundos desalmados que el papel en el que las abandono.  

Puntos y aparte que no separan historias; significados que se pierden al tratar de descifrar los. Barro que vemos como oro cuando dos puntos se unen uno encima del otro. "Seres de carne y verso". Ventanas abiertas con sus persianas bajadas.
¿Sabes desde qué momento te da miedo la luz del sol? Yo no.

Que si la luna me apunta con su fusil, yo me desespero por buscar el punto exacto donde se le ocurra disparar, no vaya a ser que reboten sus balas contra algo más frágil que mi piel y pierda la oportunidad de seguir nadando en mares de ácido.